Y sin embargo, acá estamos. Con las mismas imágenes en la cabeza: el mismo lugar, la misma letra, el mismo sol. Callecitas perdidas, veredas frescas, el 71 que viene y va. La pieza del hotel, los disquitos que sonaban en la oscuridad, las sensaciones olvidadas. Todo sigue ahí, aunque no debiera. Una realidad ajena, casi, y un recuerdo desperdiciado. ¿Qué vida nos hubiera tocado si esto o aquello? Nunca lo sabremos. De todas maneras, no te olvido. 20 años después. Y sólo eso queda: un recuerdo. Ensanchado por las faltas y ausencias. Pero, al final de cuentas, real. Y a eso me aferro. Hasta que no me haga falta..
Un día voy a estar en el mejor ambiente posible para desahogarme.. y no voy a saber qué hacer. No recuerdo la última vez que lloré como se debe. Sin preocuparme por oídos metiches ni interrupciones molestas. De todas maneras.. creo que no sé lo que es llorar como se debe. Y necesito hacerlo. Necesito ese desahogo.