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Que 20 años no es nada, etc.

Y sin embargo, acá estamos. Con las mismas imágenes en la cabeza: el mismo lugar, la misma letra, el mismo sol. 

Callecitas perdidas, veredas frescas, el 71 que viene y va. La pieza del hotel, los disquitos que sonaban en la oscuridad, las sensaciones olvidadas. Todo sigue ahí, aunque no debiera. Una realidad ajena, casi, y un recuerdo desperdiciado. ¿Qué vida nos hubiera tocado si esto o aquello? Nunca lo sabremos.

De todas maneras, no te olvido. 20 años después.

Y sólo eso queda: un recuerdo. Ensanchado por las faltas y ausencias. Pero, al final de cuentas, real. Y a eso me aferro. 

Hasta que no me haga falta..

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